El acné se manifiesta en forma de espinillas y granos. Puede ser de varios tipos, pero en todos los casos es fundamental el uso de tratamientos seborreguladores para su control eficaz.
El exceso de sebo en la piel da lugar a que los poros se dilaten y los poros cutáneos tiendan a obstruirse. El poro se cierra y el sebo queda alojado en su interior, apareciendo las llamados espinillas y puntos negros: esto da lugar al acné comedoniano. En este ambiente carente de oxígeno, una bacteria normalmente presente en la piel (conocida como Propionibacterium Acnes), puede proliferar y liberar sustancias inflamatorias que se extienden en esta zona y dan lugar a la aparición de lesiones inflamadas (erupciones, granos), produciéndose un acné inflamatorio.
En los adolescentes pueden coexistir estas dos formas, denominándose acné polimorfo, que afecta casi al 60% de los pacientes con acné.
Algunos factores contribuyen a la aparición de las lesiones acnéicas. Normalmente se debe a las alteraciones hormonales (pubertad, síndrome premenstrual, embarazo, etc.) pero también estrés y fatiga, que pueden llevar a una sobreproducción de sebo y a la proliferación bacteriana. Cuando el sebo no puede salir con normalidad, los poros de la piel se bloquean. Entonces aparecen las espinillas y los granos.
TRATAMIENTOS
- Para tratar el acné se necesita de productos dermatológicos específicos y una rutina de tratamiento cosmético adaptada. Es muy importante seguir diariamente unas determinadas reglas:
- Limpia diariamente la piel con productos formulados especialmente para la piel grasa.
- Utiliza un producto de tratamiento todos los días. Esta es la verdadera clave para que el tratamiento dé resultado.
- Utiliza productos diseñados para la piel grasa y maquillaje no comedogénico.
- Protege la piel del sol que, a pesar de la creencia general, es un falso amigo del acné.
- No toques los granos, ya que se favorece la diseminación de las lesiones por todo el rostro.